jueves, 3 de febrero de 2011

Maneras de educar

¿Pensaís que la educación se adquiere solo en el entorno familiar, en el ámbito escolar o en ambos?, ¿Se necesitan unos valores mínimos para que pueda transcender la educación?, ¿Las amistades influyen en nuestra educación?, Si los padres tienen unos valores otorgados, ¿Esto supone el camino a seguir por parte de los hijos?. A continuación intentaremos responder a dichos planteamientos, que pueden generar importantes logros con vistas hacia el futuro.


Actualmente, la pubertad es una de las peores épocas de nuestra vida, tanto para familiares como para profesores, ya que, es donde realizan un mayor esfuerzo para hacernos conseguir, esos valores mínimos de la educación. En ocasiones esto no se llega a alcanzar, hasta el punto de adquirir modos oscenos de actuar, perdiendo así el respeto hacia las demás personas. ¿Qué pensáis de esto? ¿A qué se puede deber?.
A nuestro parecer, este problema no significa que sea generado a causa de los padres, aunque pensamos que gran parte de la "culpa" sea de ellos. Lo que tampoco quiere decir que el hijo deba seguir los valores inculcados por los padres. También cabe decir que, tanto el ámbito escolar como el entorno social influye también de manera considerable en nuestra educación, pero nosotras en esta entrada nos centraremos más en el entorno familiar.
Ahora os mostraremos dos puntos de vista diferentes de inculcar la educación, mostrando así nuestra forma de ver lo mejor para adquirirla.
Imaginaros, un padre que le reclama a su hijo que colabore en las tareas domésticas, éste se queja de todo lo que le manda. El padre insiste en que lo debe hacer, hasta el punto de cabrearse. El hijo le dice al padre, que lo hará pero más tarde. Al cabo de unas horas el padre sigue sin ver resultado, por lo que reclama otra vez que lo haga. Tras mucho insistir el hijo cede y lo hace desganado. Pasan los días y siempre le tienen que decir constantemente que debe ayudar en casa. El padre le da un discurso, el cual influye en el hijo y se da cuenta de su error. Por tanto aprende que debe colaborar al igual que los demás miembros de su familia que lo realizan sin replicar.
Poneos ahora en esta situación contraria a la anterior. En este caso el padre insiste de la misma forma, pero con la diferencia que al pasar las horas y ver que el hijo no las hace, da su mano a torcer y las hace él.
¿Creéis qué esto es una buena forma de educar? Nosotras pensamos que no, ya que si es necesario que un padre le regañe a su hijo lo debe de hacer, aunque el hijo al principio no lo entienda, en el futuro lo agradecerá. Puesto que si el hijo realiza las actividades, a cambio de regalos por parte de sus padres, para que no se queje, a lo largo del tiempo, cada vez que las haga se sentirá orgulloso de sí mismo y le hablará a sus padres de ellas como si fueran un logro.
Creemos también que si esos valores tienen sus comienzos en la infancia, a lo largo de los años seguirán creciendo de forma que perdurarán en la persona y éste los transmitira al resto.

A modo de conclusión diremos, que no solo los valores inculcados por los padres pueden influir, sino que también los tuyos propios pueden transcender a ellos, ya que todo el mundo está expuesto a aprender día a día cosas nuevas y es indiferente la vía por la que provenga.

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